domingo, 27 de diciembre de 2009

http://www.youtube.com/watch?gl=ES&hl=es&v=SKm22WyGHGs&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=2CAlRfIemv4

Balada de otoño (Joan Manuel Serrat)


Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos, llueve.

Pintaron de gris el cielo
y el suelo
se fue abrigando con hojas,
se fue vistiendo de otoño.
La tarde que se adormece
parece
un niño que el viento mece
con su balada en otoño.

Una balada en otoño,
un canto triste de melancolía,
que nace al morir el día.
Una balada en otoño,
a veces como un murmullo,
y a veces como un lamento
y a veces viento.

Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados
sobre los campos, llueve.

Te podría contar
que esta quemándose mi último leño en el hogar,
que soy muy pobre hoy,
que por una sonrisa doy
todo lo que soy,
porque estoy solo
y tengo miedo.

Si tú fueras capaz
de ver los ojos tristes de una lámpara y hablar
con esa porcelana que descubrí ayer
y que por un momento se ha vuelto mujer.

Entonces, olvidando
mi mañana y tu pasado
volverías a mi lado.

Se va la tarde y me deja
la queja
que mañana será vieja
de una balada en otoño.

Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados...

domingo, 6 de diciembre de 2009

El mirador del bendito Ricardo Sanz


La primavera temprana de Nerja se deja sentir en el aroma a azahar de los naranjos de la plaza Cantarero. Miro hacia el pico de la Maroma y respiro profundamente, luego vuelvo mi mirada al suelo para seguir barriendo, pero el escobazo que he soltado, se para en seco, de la alcantarilla asoma una pequeña flor amarilla, "no seré yo quien acabe con ella", me digo, y me inclino para mirar a través de la reja el milagro. Una lágrima se me escapa y cae por el desagüe urbano. Cada brizna de hierba -dice el Talmud tiene un ángel que se inclina sobre ella y le susurra: crece, crece". Reparo en esa semilla que fue a parar a la alcantarilla, admiro su coraje para deshacerse de la coraza en la que podría haberse mantenido encapsulada cientos, quizás miles de años; siento sus raíces ahondándose en lo oscuro y lo umbrío; acompaño al blando tallo en su crecimiento hacia la luz de¡ sol y aprendo de esta planta su aceptación de todos los desafíos y peligros con tal de convertirse en aquello en lo que está destinada a ser; me maravilla su comunicación con la existencia, con la humedad del detritus humano, con esa grieta en el cemento que ha aprovechado para crecer.

La planta no califica su situación de buena o mala, no pierde el tiempo y su energía en lo que hubiera podido ser si hubiera nacido en un hermoso valle, en la ladera de una bella montaña o en un jardín zen; ella está en comunión con todo lo que la rodea, todo lo acepta y se da entera en esta pequeña flor amarilla. Por eso me arrodillo en el suelo para olerla y detrás del pestazo a cloaca percibo una fragancia que no se capta con la pituitaria, si no con el corazón, esa fragancia que dejan las hadas cuando se cruzan en mis días. Inspiro hondo ese aroma y sigo barriendo, bajo un radiante sol llueven flores en mi interior y celebro la primavera eterna que ha despertado en mi ser esta anónima flor. El crecimiento del ser es interior y sólo alcanza su plenitud en el amor.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Anoche los niños no durmieron



Anoche los niños no durmieron. Habían encerrado un montón de cigarras en la cajita de los lápices y las cigarras cantaban bajo sus almohadas una canción que los niños conocían desde siempre, pero que olvidaban al despuntar el día.

Ranas doradas, sentadas en la punta de sus patitas y sin ver sus sombras en las aguas, semejaban pequeñas esculturas de la soledad y el sosiego.

En ese momento la luna tropezó con los chopos y cayó en la espesa hierba.

Hubo un gran susurro entre las hojas.

Corrieron los niños, tomaron con sus manos regordetas la luna y toda la noche jugaron en el campo.

Ahora sus manos son doradas, sus pies dorados y en lugar de huellas dejan lunas pequeñitas sobre la tierra húmeda.

Pero afortunadamente, los adultos que saben mucho no ven demasiado.

Sólo las madres sospecharon algo.

Por eso los niños esconden sus doradas manitas en los bolsillos vacíos, para que su mamá no los regañe por haber jugado en secreto toda la noche con la luna.


http://es.wikipedia.org/wiki/Yannis_Ritsos

PRIMAVERA EN GRANADA





La señorita Eduarda Moreno, en un libro de versos que tituló Ayes del alma (1857), confesaba yo canto cuando nace / la dulce primavera y, para mayor énfasis, pedía dejad, flores divinas, /que ornáis a mi Granada, /dejad, dejad que cante / con ansia el alma mía. La dulce primavera granadina, más bien pérfida, acabó con su canto por medio de una pulmonía. Otro vecino del Darro, también poeta romántico, escribía (1861): el genio fino de la primavera /enfermo me tiene con la mormera. Y es que la traicionera estación de las flores sólo posee identidad astronómica, no profesional, por eso juega al escondite invernizo cada año, sin sacar el sol de las umbrías hasta que se enamoran las totovías y es verano a los tres días. ¿Dónde te metes primavera /que no te viera si te viera?, preguntaba Hipólito Megía al relente abrileño de Plaza Nueva (1883). Es verdad, el primer verano (prima vera) de Granada es famoso por sus ausencias. Bueno Pardo, el sacerdote que mentábamos antes, descubría el paso de la primavera por los roscos de garbanzos de San Lázaro, las meriendas de cerezas con pan de aceite en las huertas de Gracia y por los bailes de los mozos en homenaje a San Pascual Bailón. Surroca Grau (1911) también adivinaba la estación por señales infalibles: las habas verdes con saladilla o bacalao en tiras, por San Marcos; los guisos de caracoles, tras las lluvias mil, y el pero junto a las tijeras en los altares del Día de la Cruz. Aunque la época es generosa en hortalizas tempraneras, como lo demuestra Francisco Henríquez de Jorquera (coles de todas suertes, que yo las he visto de quince libras, bizarros nabos de Granada, Alfacar y La Zubia, calabazas de todas suertes, berenjenas, pepinos, cohombros y, sobre todo, admirables cebollas como platos y ajos como puños), también es generosa en frutas primerizas. Las cerezas y las guindas, sobre todo las garrafales del Genil, aquellas que, por Canales o Maítena, se cogían desde las ventanillas del tranvía. Las fresas de Valparaíso, chiquiticas y madrugadoras, que se vendían por las calles al son de Cestica de fresas, fresas, fresquitas las fresas. Y los fresones. Luego las brevas tempranas, del Albayzín, a perrilla la libra, que I'han llovío, seguidas de los jigos isabeles, ¡mirar que jigos!. Decía Jorquera que las brevas y los higos son de tan suave gusto que se puede almorzar una persona dos libras sin que le enfaden ni le hagan daño. Y las nísporas del Japón, a perrilla el cuarterón, aunque sean del Albayzín, como sospechaba Surroca.

ANTONIO MUÑOZ MOLINA

DIARIO DE A BORDO

Crecí en el mar y la pobreza me fue fastuosa; luego perdí el mar y entonces todos los lujos me parecieron grises, la miseria intolerable. Aguardo desde entonces. Espero los navíos que regresan, la casa de las aguas, el día límpido. Aguardo pacientemente pues soy civilizado con todas mis fuerzas. La gente me ve pasar por las hermosas calles; admiro los paisajes, aplaudo como todo el mundo, estrecho la mano de los conocidos, mas no soy yo quien habla. Se me alaba; yo, mientras tanto, sueño un poco; se me ofende, y apenas me asombro, Luego me olvido y sonrío a quien me ha ultrajado o saludo con demasiada cortesía a quien amo, ¿Qué hacer si no tengo memoria para una sola imagen? Por último se me exige que diga quién soy, "Nada todavía, nada todavía.”

Diario de a bordo. EL verano.

Albert Camus

HISTORIA DE LOS DOS QUE SOÑARON





El historiador arábigo El Ixaquí refiere este suceso:

"Cuentan los hombres dignos de fe (pero sólo Alá es omnisciente y poderoso y misericordioso y no duerme), que hubo en el Cairo un hombre poseedor de riquezas, pero tan magnánimo y liberal que todas las perdió menos la casa de su padre, y que se vio forzado a trabajar para ganarse el pan. Trabajó tanto que el sueño lo rindió una noche debajo de una higuera de su jardín y vio en el sueño un hombre empapado que se sacó de la boca una moneda de oro y le dijo: "Tu fortuna está en Persia, en Isfaján; vete a buscarla." A la madrugada siguiente se despertó y emprendió el largo viaje y afrontó los peligros de los desiertos., de las naves, de los piratas, de los idólatras, de los ríos, de las fieras y de los hombres. Llegó el fin a Isfaján, pero en el recinto de esa ciudad lo sorprendió la noche y se tendió a dormir en el patio de una mezquita. Había, junto a la mezquita, una casa y por el Decreto de Dios Todopoderoso, una pandilla de ladrones atravesó la mexquita y se metió en la casa, y las personas que dormían se despertaron con el estruendo de los ladrones y pidieron socorro. Los vecinos también gritaron, hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió con sus hombres y los bandoleros huyeron por la azotea. El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el hombre de El Cairo, y le menudearon tales azotes con varas de bambú que estuvo cerca de la muerte.
A los dos días recobró el sentido en la cárcel,. El capitán lo mandó buscar y le dijo: "¿Quién eres y cuál es tu patria?. El otro declaró: "Soy de la ciudad famosa de El Cairo y mi nombre es Mohamed El Magrebí." El capitán le preguntó: "¿Qué te trajo a Persia?". El otro optó por la verdad y le dijo: "Un hombre me ordenó en un sueño que viniera a Isfaján, porque ahí estaba mi fortuna. Ya estoy en Isfaján y veo que esa fortuna que prometió deben ser los azotes que tan generosamente me diste".
"Ante semejantes palabras, el capitán se rió hasta descubrir las muelas del juicio y acabó por decirle: "Hombre desatinado y crédulo, tres veces he soñado con una casa en la ciudad de El Cairo en cuyo fondo hay un jardín, y en el jardín un reloj de sol y después del reloj de sol una higuera y luego de la higuera una fuente, y bajo la fuente un tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tú, sin embargo, engendro de una mula con un demonio, has ido errando de ciudad en ciudad, bajo la sola fe de tu sueño. Que no te vuelva a ver en Isfaján. Toma estas monedas y vete".
"El hombre las tomó y regresó a la patria. Debajo de la fuente de su jardín que era la del sueño del capitán) desenterró el tesoro. Así Dios le dio bendición y lo recompensó y exaltó. Dios es el Generoso, el Oculto."
(Del libro de las 1001 Noches, noche 351)

Había un hombre hecho todo él de hojalata


Cuando hubo acabado el desayuno y se disponía a volver al camino de ladrillos amarillos, quedó atónita al escuchar un profundo gemido muy cerca de donde estaban.

-¿Qué ha sido eso? -preguntó temerosa.

-No puedo imaginármelo -contestó el Espantapájaros-, pero vayamos a ver.

En ese mismo instante oyeron otro gemido. Dieron la vuelta y caminaron unos cuantos pasos por el bosque hasta que Dorothy descubrió algo que relucía bajo un rayo de sol que penetraba entre los árboles. Corrió hacia allá y, de repente, se detuvo con un grito de sorpresa.

Uno de los grandes árboles estaba medio cortado, y junto a él, con un hacha levantada en las manos, había un hombre hecho todo él de hojalata. Tenía la cabeza, los brazos y las piernas unidas al cuerpo, pero permanecía completamente inmóvil, como si no pudiera hacer movimiento alguno.

Dorothy le miró boquiabierta, y lo mismo hizo el Espantapájaros, mientras que Toto ladraba furioso; incluso le hincó los dientes en las piernas de lata, pero sólo consiguió hacerse daño él mismo.

-¿Eres tú quien se ha quejado? -preguntó Dorothy.

-Sí -contestó el Leñador de Hojalata---. He sido yo. Llevo un año quejándome, y nadie me había oído ni acudido en mi ayuda hasta ahora.

-¿Qué puedo hacer por ti? -quiso saber Dorothy con dulzura, emocionada por la triste voz de aquel hombre.
-Ve en busca de una aceitera y engrásame las articulaciones -contestó él-. Están tan oxidadas que no puedo moverlas. En cuanto esté engrasado, no tardaré en volver a sentirme bien. Encontrarás la aceitera en una repisa de mi cabaña.

Dorothy fue corriendo a la cabaña y encontró la aceitera, y al regresar le preguntó con ansiedad al Leñador de Hojalata:

-¿Dónde tienes las articulaciones?

Empieza por engrasarme el cuello -dijo el Leñador de Hojalata.

Así lo hizo Dorothy, pero estaba tan herrumbroso que el Espantapájaros tuvo que sujetar la cabeza de lata y moverla con cuidado de un lado a otro hasta que perdió la rigidez y el hombre pudo girarla solo.

-Ahora engrasa las articulaciones de mis brazos -dijo éste.

Y Dorothy las engrasó mientras el Espantapájaros las movía cuidadosamente de lado a lado hasta que estuvieron libres de óxido quedaron como nuevas.

El Leñador de Hojalata dio un suspiro de alivio y bajó el hacha, que apoyó en el árbol.

-¡Ay, qué alivio! -exclamó-. Llevo sosteniendo el hacha en el aire desde que me oxidé, y es una gran satisfacción poder bajarla de nuevo. Si ahora queréis engrasarme las articulaciones de las piernas, volveré a estar tan bien como antes.

Asi pues, procedieron a untar sus piernas hasta que las pudo mover a gusto, y el hombre les dio las gracias una y otra vez por la ayuda prestada. Era sin duda una criatura educada, que sabía agradecer un favor.

-Podía haberme quedado ahí para siempre si no acertáis a pasar -dijo-, de modo que me habéis salvado la vida. ¿Cómo habéis llegado a estos lugares?
-Nos dirigimos a la Ciudad Esmeralda para ver al Gran Oz -respondió Dorothy-, y nos detuvimos en tu cabaña para pasar la noche.

-¿Para qué queréis ver a Oz?

-Yo deseo pedirle que me devuelva a Kansas, y el Espantapájaros quisiera tener un poquito de cerebro en su cabeza - explicó la niña.

El Leñador de Hojalata pareció reflexionar a fondo durante unos momentos, y por fin dijo:

-¿Creéis que Oz podría darme un corazón?

-¿Por qué no? -repuso Dorothy-. Será tan fácil como dar cerebro al Espantapájaros.

-Tienes razón -asintió el Leñador de Hojalata-. Entonces, si me permitís unirme a vuestro grupo, os acompañaré a la Ciudad Esmeralda y pediré ayuda a Oz.

-¡Sí, ven con nosotros! -dijo el Espantapájaros con entusiasmo, y Dorothy añadió que también ella estaría encantada con su compañía

Así fue como el Leñador de Hojalata se echó el hacha al hombro, y todos juntos atravesaron el bosque hasta llegar al camino de ladrillos amarillos.

El Leñador de Hojalata le había pedido a Dorothy que llevara la aceitera en su cesta.

-Porque -explicó- si llueve y me mojo, volveré a oxidarme y necesitaré con urgencia el aceite.

Fue unía suerte para todos que el nuevo amigo formara parte de] grupo, porque a poco de reemprender el viaje llegaron a un lugar donde los árboles y las ramas formaban una espesura que los caminantes no podían atravesar. Entonces, el Leñador de Hojalata blandió su hacha y no tardó en abrir un sendero. Dorothy iba tan distraída con sus propios pensamientos que no se dio cuenta de que el Espantapájaros tropezó en un agujero y fue a parar rodando hasta el otro lado del camino. Tuvo que llamarla él mismo, para que le ayudara a levantarse.

-¿Y por qué no rodeaste el agujero? -preguntó el Leñador de Hojalata.

-No sé bastante... -contestó el Espantapájaros, divertido-. Mi cabeza está rellena de paja, como sabes, y si voy a ver a Oz es para pedirle un poquito de cerebro.

-Ah, ya comprendo -dijo el Leñador de Hojalata-. Sin embargo, tener cerebro no es lo más importante del mundo.

-¿Tienes tú? -inquirió el Espantapájaros.

-No, mi cabeza está vacía -contestó el Leñador de Hojalata, pero en su día tuve cerebro y también corazón, y te digo que, habiendo probado ambas cosas, siempre elegiría el corazón.

-¿Por qué?

-Te contaré mi historia, y entonces lo entenderás.

Y así, el Leñador de Hojalata relató la siguiente historia mientras caminaban por el bosque:

-Mi padre era un leñador que cortaba árboles en el monte y se ganaba la vida con la venta de la madera. También yo fui leñador, cuando crecí, y al morir mi padre cuidé de mi madre mientras vivió. Después me dije que, para no seguir solo, me casaría.

El maravilloso Mago de Oz es un libro de literatura infantil escrito por L. Frank Baum e ilustrado por W. W. Denslow. Fue publicado por la George M. Hill Company en Chicago en 1900, y desde entonces hasta la fecha actual, El mago de Oz es uno de los libros que más veces se ha publicado, tanto en Estados Unidos como en Europa.

El Basilisco

Un híbrido nacido de la fecundación de un huevo de culebra por un sapo. Es tan horrible que no puede aguantar su reflejo, su aliento envenena las aguas, pudre el aire y marchita todo verdor. Anda de noche, fulminando al que logra verlo y se le atribuyen las muertes súbitas, las provocadas por causas desconocidas y una forma de histeria femenina denominada daño que se confunde con la epilepsia.

Escribe García Marquez:

Una vez estaba bordando en el corredor cuando llegó una muchacha con un huevo de gallina muy peculiar, un huevo de gallina que tenía una protuberancia. No sé por qué esta casa era una especie de consultorio de todos los misterios del pueblo (...) Volviendo a la muchacha del huevo le dijo: «Mire usted, ¿por qué este huevo tiene una protuberancia?». Entonces ella le miró y dijo: «Ah, porque es un huevo de basilisco. Prendan una hoguera en el patio». Prendieron una hoguera y quemaron el huevo con gran naturalidad. Esa naturalidad creo que me dio a mí la clave de Cien años de soledad (Gabriel García Marquez y Vargas Llosa, La novela en America Latina: diálogo, Lima, Carlos Milla Batres, Ediciones UNI, 1968, pp. 15-16).

Hoy las nubes me trajeron,





Hoy las nubes me trajeron,
volando, el mapa de España.
¡Qué pequeño sobre el río,
y qué grande sobre el pasto
la sombra que proyectaba!

Se le llenó de caballos
la sombra que proyectaba.
Yo, a caballo, por su sombra
busqué mi pueblo y mi casa.

Entré en el patio que un día
fuera una fuente con agua.
Aunque no estaba la fuente,
la fuente siempre sonaba.
Y el agua que no corría
volvió para darme agua.

Rafael Albertí: Canción 8

viernes, 13 de noviembre de 2009

PRIMERO DE MAYO DE 1937

PRIMERO DE MAYO DE 1937

Autor: Hernández, Miguel

No sé qué sepultada artillería
dispara desde abajo los claveles,
ni qué caballería
cruza tronando y hace que huelan los laureles.

Sementales corceles,
toros emocionados,
como una fundición de bronce y hierro,
surgen tras una crin de todos lados,
tras un rendido y pálido cencerro.

Mayo los animales pone airados:
la guerra más se aíra,
y detrás de las armas los arados
braman, hierven las flores, el sol gira.

Hasta el cadáver secular delira.

Los trabajos de mayo:
escala su cenit la agricultura.

Aparece la hoz igual que un rayo
inacabable en una mano oscura.

A pesar de la guerra delirante,
no amordazan los picos sus canciones,
y el rosal da su olor emocionante
porque el rosal no teme a los cañones.

Mayo es hoy más colérico y potente:
lo alimenta la sangre derramada,
la juventud que convirtió en torrente
su ejecución de lumbre entrelazada.

Deseo a España un mayo ejecutivo,
vestido con la eterna plenitud de la era.
El primer árbol es su abierto olivo
y no va a ser su sangre la postrera.

La España que hoy no se ara, se arará toda entera.

Hernández, Miguel

martes, 3 de noviembre de 2009

sábado, 17 de octubre de 2009

DOÑA IGUANA

http://www.cubaliteraria.cu/autor/mirta_aguirre/fragmen_1.html






Por la mañana,
girandolilla,
va Doña Iguana
con su sombrilla,
giradorola,
puesta en la cola.

Señora Iguana
de Varadero,
girandolana,
girandosoles,
con un sombrero
de caracoles.

Con una saya,
girandolaya,
de espuma fina;
con su abanico,
girandolina,
verde perico.

Girandulera,
si te doy piña,
dame una pera.
Girandochuela,
para una niña
que va a la escuela.
Una manzana,
girandolana,
y una ciruela.

(Tomado de Doña Iguana, pp. 2-5, Gente Nueva, La Habana, 1982)

sábado, 26 de septiembre de 2009

TERESA SALGUEIRO

http://www.youtube.com/watch?v=I8kr2tPv1L8&feature=player_embedded

http://www.teresasalgueiro.pt/

Poema del marido de Teresa Salgueiro y traducción de google

Incluso cuando no se ve, esto es lo que pienso: eres tan bella.
Queria-to dizer, mas não consigo: há coisas que não sei dizer. Que quería decir, pero no puede: hay cosas que no puedo decir.
Penso nelas e vejo-as muito claramente, mas não consigo dizê-las. Pienso en ellos y verlos muy claramente, pero no puedo decirlas.
A beleza tornou-te inaudita. La belleza compuesto sin precedentes.
Sorrio. Sonreír.
Olho para a estrada mas a pensar em ti. Miro a la carretera, pero pensando en ti.
O meu silêncio nomeia devagarinho a tua beleza. Mi silencio se nombra poco a poco su belleza.
Invoco-te de uma forma delicada. Te llamo en una manera suave. Invoco cada detalhe, cada Rezo cada detalle, cada
pormenor. detalle. Mas é da beleza por inteiro que o meu silêncio se ocupa. Pero la belleza es totalmente mi silencio es que se trate.
Silêncio e beleza e pensamento, ocupam-se por inteiro. El silencio y la belleza y el pensamiento, la mente por completo.
Preenchem-se. Se rellenan.

Mesmo calado, penso em ti e consigo verte. Incluso tranquilo, pienso en ti y puede arrojar.
Apesar de olhar para a frente, é para dentro que eu vejo. Mientras mira hacia adelante, es en lo que veo.
Poderias ficar infinitamente assim: tu. Podría ser infinitamente: tu.
Até que um dia o esquecimento seja mais forte, eu vejo-te. Hasta que un día el olvido es más fuerte, que te veo.
Os olhos, os lábios, a boca, a testa, o nariz, as mãos, o cabelo, o pescoço, a pele. Los ojos, labios, boca, frente, nariz, manos, cabello, el cuello, la piel.
Tu. Tu.
Tu com o teu sorriso. Con su sonrisa.
Até mesmo esse ar sério que fazes quando não olhas para mim. Incluso esta cara seria cuando no me miran.
A maneira como fumas ou como olhas para a frente La forma en que el humo o cómo se mire hacia adelante
enquanto avançamos pela estrada. mientras se mueve en la carretera. Tu. Tu. Eu. Nós. I. Nodos
O mesmo instante. El mismo instante.

A juventude é o chão sob os teus pés. La juventud es el suelo bajo sus pies. E eu sempre a pensar Y yo siempre pienso
até quando não digo nada: és tão bonita. incluso cuando no digo nada: eres tan bella.
Mesmo quando não acontece nada. Incluso cuando no pasa nada.
Até quando já não penso em ti. Incluso cuando ya no pensar en ti.
Mesmo quando não te vejo, é nisto que penso: és tão bonita.
Queria-to dizer, mas não consigo: há coisas que não sei dizer.
Penso nelas e vejo-as muito claramente, mas não consigo dizê-las.
A beleza tornou-te inaudita.
Sorrio.
Olho para a estrada mas a pensar em ti.
O meu silêncio nomeia devagarinho a tua beleza.
Invoco-te de uma forma delicada. Invoco cada detalhe, cada
pormenor. Mas é da beleza por inteiro que o meu silêncio se ocupa.
Silêncio e beleza e pensamento, ocupam-se por inteiro.
Preenchem-se.

Mesmo calado, penso em ti e consigo verte.
Apesar de olhar para a frente, é para dentro que eu vejo.
Poderias ficar infinitamente assim: tu.
Até que um dia o esquecimento seja mais forte, eu vejo-te.
Os olhos, os lábios, a boca, a testa, o nariz, as mãos, o cabelo, o pescoço, a pele.
Tu.
Tu com o teu sorriso.
Até mesmo esse ar sério que fazes quando não olhas para mim.
A maneira como fumas ou como olhas para a frente
enquanto avançamos pela estrada. Tu. Eu. Nós.
O mesmo instante.

A juventude é o chão sob os teus pés. E eu sempre a pensar
até quando não digo nada: és tão bonita.
Mesmo quando não acontece nada.
Até quando já não penso em ti.




Rui Machado

Los rimaqué



Siete son los maestros
de todo lo que yo sé
¿qué, quién, cómo, cuándo, dónde
por qué y para qué?

¿Mi a jajam? (Quién es el sabio?
A Iodea lishol El que sabe preguntar)

Pirkei Abot, Talmud de Babilonia


1

¿Estará el fuego escondido
bien adentro de los troncos
hasta que las chispas llegan
y lo despiertan de pronto?

¿O vendrá desde muy lejos
dando rápidas zancadas
para comerse a los leños
con sus lenguas afiladas?

2

Se ponen las nubes
redondas y negras
de la tierra sube
olor a tormenta.

Un fuerte estallido
y volamos los dos:
hermanos mellizos
relámpago y yo.

Si juntos salimos
a andar por el mundo
¿por qué llego yo
siempre segundo?

3

¿Adónde se van las sombras
de los árboles altivos
cuando el cielo al fin acalla
el color y sus chillidos?

¿Adónde van las estrellas
espantadas, sin su brillo?
¿huyen junto a las lechuzas
los ladrones y los grillos?

4

En todas las cosas
yo dejo mi brillo
rojo, blanco, verde
azul o amarillo.

Apenas me acerco
las cosas se asombran
y hasta el más pequeño
proyecta su sombra.

Me voy arrimando
y las sombras se mecen
se estiran, se achican,
vibran, se estremecen.

Pero ni bien
sus caras alumbro
¿por qué, encandiladas,
se van de este mundo?

5

¿Por qué en medio de la cara
sólo yo me he vuelto rara?

Yo era chiquitita
más chiquita que un botón
pero un día de repente
pegué fuerte un estirón.

¡Ay que cuerpo desparejo
me gritaron los espejos!

¿Cuál ha sido la patraña
que me ha vuelto tan extraña?


Ruth Kaufman es maestra y licenciada en Letras. Trabajó en talleres de escritura con niños y en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Ha publicado: "La ciudad de los magos" (Kapelusz, 1984), "Nada de luz, ni siquiera velas" (Quipu, 1992) y, en coautoría con el ilustrador Diego Bianchi, "Los leones no comen banana" (Alfaguara, 1999) y "Muy lejos de la tierra" (Alfaguara, en prensa). También escribió varios libros de lectura, de los cuales su preferido es "Aventuras con adivinanzas" (Buenos Aires, Edicial); la investigación que realizó para escribir ese libro fue en gran parte el germen de "Los rimaqué

La Nieve Está En Mi Corazón... de Julio Llamazares



La nieve está en mi corazón como el silencio en las habitaciones de los balnearios: densa y profunda, indestructible.

La nieve está en mi corazón como la hiedra de la muerte en las habitaciones donde nacimos.

Y el tiempo huye de mí con un crujido dulce de zarzales.

Nieva implacablemente sobre los páramos de mi memoria. Es ya noche entre los blancos cercados.

Cuando amanezca, será ya siempre invierno.

Anoche los niños no durmieron

Anoche los niños no durmieron. Habían encerrado un montón de cigarras en la cajita de los lápices y las cigarras cantaban bajo sus almohadas una canción que los niños conocían desde siempre, pero que olvidaban al despuntar el día.
Ranas doradas, sentadas en la punta de sus patitas y sin ver sus sombras en las aguas, semejaban pequeñas esculturas de la soledad y el sosiego.
En ese momento la luna tropezó con los chopos y cayó en la espesa hierba.
Hubo un gran susurro entre las hojas.
Corrieron los niños, tomaron con sus manos regordetas la luna y toda la noche jugaron en el campo.
Ahora sus manos son doradas, sus pies dorados y en lugar de huellas dejan lunas pequeñitas sobre la tierra húmeda.
Pero afortunadamente, los adultos que saben mucho no ven demasiado.
Sólo las madres sospecharon algo.
Por eso los niños esconden sus doradas manitas en los bolsillos vacíos, para que su mamá no los regañe por haber jugado en secreto toda la noche con la luna.

(Yannis Ritsos)

martes, 8 de septiembre de 2009

Aprendí bien pronto a conocer mejor esta flor. Siempre había habido en el planeta del principito flores muy simples adornadas con una sola fila de pétalos que apenas ocupaban sitio y a nadie molestaban. Aparecían entre la hierba una mañana y por la tarde se extinguían. Pero aquella había germinado un día de una semilla llegada de quién sabe dónde, y el principito había vigilado cuidadosamente desde el primer día aquella ramita tan diferente de las que él conocía. Podía ser una nueva especie de Baobab. Pero el arbusto cesó pronto de crecer y comenzó a echar su flor.

El principito observó el crecimiento de un enorme capullo y tenía le convencimiento de que habría de salir de allí una aparición milagrosa; pero la flor no acababa de preparar su belleza al abrigo de su envoltura verde. Elegía con cuidado sus colores, se vestía lentamente y se ajustaba uno a uno sus pétalos. No quería salir ya ajada como las amapolas; quería aparecer en todo el esplendor de su belleza.

¡Ah, era muy coqueta aquella flor! Su misteriosa preparación duraba días y días. Hasta que una mañana, precisamente al salir el sol se mostró espléndida.

Hasta que una mañana, precisamente al salir el sol se mostró espléndida.

La flor, que había trabajado con tanta precisión, dijo bostezando:

-¡Ah, perdóname… apenas acabo de despertarme… estoy toda despeinada…!

El principito no pudo contener su admiración:

-¡Qué hermosa eres!

-¿Verdad? -respondió dulcemente la flor-. He nacido al mismo tiempo que el sol.

El principito advirtió que no era demasiado modesta, pero ¡era tan conmovedora!

-Me parece que ya es hora de desayunar - añadió la flor -; si tuvieras la bondad de pensar un poco en mí...

Y el principito, muy confuso, habiendo ido a buscar una regadera la roció abundantemente con agua fresca.

Y el principito, muy confuso, habiendo ido a buscar una regadera la roció abundantemente con agua fresca.

Y así, ella lo había atormentado con su vanidad un poco sombría. Un día, por ejemplo, hablando de sus cuatro espinas, dijo al principito:

-¡Ya pueden venir los tigres, con sus garras!

-No hay tigres en mi planeta -observó el principito- y, además, los tigres no comen hierba.

-Yo nos soy una hierba -respondió dulcemente la flor.

-Perdóname...

-No temo a los tigres, pero tengo miedo a las corrientes de aire. ¿No tendrás un biombo?

"Miedo a las corrientes de aire no es una suerte para una planta" -pensó el principito-. "Esta flor es demasiado complicada…"

-Por la noche me cubrirás con un fanal… hace mucho frío en tu tierra. No se está muy a gusto; allá de donde yo vengo…

La flor se interrumpió; había llegado allí en forma de semilla y no era posible que conociera otros mundos. Humillada por haberse dejado sorprender inventando un mentira tan ingenua, tosió dos o tres veces para atraerse la simpatía del principito.

-¿Y el biombo?

-Iba a buscarlo, pero como no dejabas de hablarme…

Insistió en su tos para darle al menos remordimientos.

"¡No supe comprender nada entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras.

De esta manera el principito, a pesar de la buena voluntad de su amor, había llegado a dudar de ella. Había tomado en serio palabras sin importancia y se sentía desgraciado.

"Yo no debía hacerle caso -me confesó un día el principito- nunca hay que hacer caso a las flores, basta con mirarlas y olerlas. Mi flor embalsamaba el planeta, pero yo no sabía gozar con eso… Aquella historia de garra y tigres que tanto me molestó, hubiera debido enternecerme".

Y me contó todavía:

"¡No supe comprender nada entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡Me perfumaba y me iluminaba la vida. No debi haber huído jamás! ¡No supe adivinar la ternura que ocultaban sus pobres astucias! ¡Son tan contradictorias las flores! Pero yo era demasiado joven para saber amarla".

domingo, 9 de agosto de 2009

"Un libro debe ser un hacha de hielo para romper los mares congelados dentro de nuestra alma."
- Franz Kafka

domingo, 2 de agosto de 2009

Un dulce domingo con Charlie y la fábrica de chocolate

July 26, 2009 por Pedro Yaselli

Charlie and C F (2)Charlie y la fábrica de chocolate (Charlie and the Chocolate Factory, 2005) es el Megafilm de julio de TNT, cinta dirigida por el aclamado Tim Burton, y basada en la novela homónima de Roald Dahl, autor británico de literatura infantil publicada en 1964. Según la crítica, la obra de Dahl, que incluye títulos como “James y el melocotón gigante” o “Las brujas”, lo ubica como uno de los “más oscuros y fascinantes narradores de cuentos para niños… y no tan niños”

Este film, que mezcla de manera muy equilibrada géneros como la aventura, la comedia y la fantasía, cuenta la historia de un excéntrico chocolatero llamado Willy Wonka (Johny Depp) y de Charlie Bucket (Freddie Highmore), un niño de buen corazón proveniente de una familia de escasos recursos que ha vivido y soñado bajo las sombras de la extraordinaria fábrica de chocolate de Wonka, quien hace un sorpresivo anuncio: abrirá su famosa fábrica y revelará “todos sus secretos y su magia” a cinco niños que encuentren unos billetes dorados escondidos en el interior de cinco chocolates Wonka elegidas al azar.

Nada haría más feliz a la familia de Charlie que verle ganar, pero tiene muy pocas posibilidades, ya que sólo se pueden permitir comprar un chocolate al año, para su cumpleaños. Pero, sorpresivamente, el niño lo logra y está entre los afortunados invitados a conocer la legendaria fábrica de golosinas que ningún extraño ha visto desde hace 15 años.

Filmada en Yorkshire, Inglaterra, es la segunda adaptación de la novela “Charlie y la fábrica de Chocolate” luego de la película filmada en 1971 que llevó el nombre de “Willy Wonka y la fábrica de chocolates” (Willy Wonka & the Chocolate Factory,) recordada cinta musical adaptada por Mel Stuart, en una versión protagonizada por el genial Gene Wilder como Willy Wonka y Peter Ostrum como Charlie Bucket, el niño pobre que gana un premio para entrar a la fábrica de chocolates de Wonka. En esa oportunidad el propio Dahl se encargó del guión.

Llena de fantásticos efectos, maravillosos paisajes y coloridas escenografías, Tim Burton le imprime a esta producción su sello personal, atrapando a grandes y niños con esta fantástica historia plena de giros inesperados.

domingo, 21 de junio de 2009

ALMUDENA GRANDES ESCALERA INTERIOR Un grano de trigo ALMUDENA GRANDES 07/06/2009

Los libros recién hechos huelen bien, a primavera. La primavera huele a libros nuevos, esa fragancia inefable para la que no existen adjetivos ni sinónimos posibles, el olor que desprenden las flamantes cubiertas plastificadas, la intacta tirantez de los lomos adolescentes, tersos aún, sin una arruga. Los libros viejos, esos que posan sobre la piel una pátina tenaz, amarillenta, huelen igual de bien, pero su aroma es diferente. Los libros leídos huelen a vidas ajenas, misteriosas vidas de desconocidos, hombres de piel áspera, mujeres de uñas pintadas que los sostuvieron entre las manos cuando eran nuevos y olían a primavera, mientras aún desprendían el perfume de los libros recién hechos, papel, tinta y amor. Sobre todo amor.

“El amor que inspiran los libros es una pasión compleja, tan difícil de explicar como la vida”
El amor que inspiran los libros es una pasión compleja, tan difícil de explicar como la vida, a la que nutren y de la que se alimentan. El amor que reúne a un autor y a un lector alrededor de un diseño inmejorable, ese objeto tan simple y tan perfecto, tan barato, tan versátil, tan fácil de utilizar y reutilizar tantas veces, ligero, pequeño, fácil de transportar y rigurosamente dócil a la voluntad de su dueño, porque no necesita pilas, ni enchufes, porque nunca se cuelga, ni necesita actualizaciones, porque, más allá de la educación primaria, no requiere preparación alguna, y puede usarse igual debajo de la tierra y a nueve mil pies de altura –¿cómo pueden soportar los vuelos transoceánicos las personas que no leen?–, es de esos amores que le cambian la vida a cualquiera. Por eso es justo que la primavera ame los libros, que los libros se enamoren de la primavera.
Escribir un libro es inventar una isla desierta y desear apasionadamente un naufragio. Cada libro que se publica es un punto nuevo, una mota negra, redonda y diminuta, en el inabarcable azul del conocimiento, del pensamiento humano. Cada autor lo ha creado con sus playas y sus volcanes, sus ensenadas y sus peligros, sus selvas, sus desiertos. Y ha previsto que sea habitable, ha llenado sus mares de pesca y sus bosques de caza, ha escondido entre sus rocas estratégicos manantiales de agua potable, ha fecundado a conciencia sus llanuras para sembrar frutales y cocoteros, y se ha elevado a la altura de Dios, aunque haya tardado mucho más de seis días en crear todo esto y comprobar que es bueno. Después, irremediablemente humano otra vez, se ha limitado a cruzar los dedos para desear con todas sus fuerzas que un barco se hunda cerca de sus orillas, que al menos un hombre, una mujer superviviente, se deje salvar por las olas para recobrar la consciencia tumbado en la arena. A partir de ahí, todo el poder es del náufrago. De su voluntad depende que esa isla deje de estar desierta, que crezca, que se expanda, que se consolide como un continente fecundo y poderoso, o que esa mota negra, abandonada al azar de los mapas, pierda su forma, destiña su color, encoja de tamaño hasta convertirse en una sombra parda, después gris, un recuerdo borroso, frágil, polvoriento, por fin nada.
Claro que Robinson Crusoe me cambió la vida. ¿A usted no? No sabe la envidia que me da, porque eso significa que todavía podrá leerlo por primera vez. Que todavía podrá experimentar la emoción suprema de ese instante en el que Robinson sale de su cabaña, mira al suelo como todos los días, y ve en él una plantita verde, tierna, que le resulta conocida, porque es trigo, un grano de trigo que ha llegado hasta allí no se sabe bien cómo, porque él buscó afanosamente el grano que transportaba su barco sin encontrarlo jamás, y sin embargo, una sola semilla debió quedarse pegada en una tabla, en una caja, en el fondo de un saco, para desprenderse a tiempo, para caer en la tierra y recibir el agua de la lluvia, el calor del sol, hasta germinar a escondidas. ¡Oh, qué trampa sublime, oh, qué majestuoso artificio, oh, qué gloriosa osadía, oh, qué maravillosa rueda de molino, de esas que, al tragarlas, alimentan más que el pan! ¡Cuántos granos de trigo nos están esperando en todos esos libros que nos quedan por leer!
Si sale a la calle, si se deja guiar por la voluntad del sol en las mañanas lentas, perezosas, de esta primavera con prisas de verano, encontrará más de los que sea capaz de llevarse a casa en media docena de bolsas de plástico. Es posible que ahora mismo le estén llamando, que estén gritando su nombre, hasta sus apellidos, porque aunque usted no se lo crea, ya le conocen. Vaya a su encuentro, no lo dude. Mírelos, tóquelos, respírelos, sucumba a la borrachera de tinta que se desparrama desde el borde de todas las casetas de todas las ferias abiertas en casi todas las ciudades de España, y aspire su perfume. Porque los libros recién hechos huelen bien todo el año, pero cuando su olor se mezcla con el de la primavera, fabrican un aroma muy parecido al perfume de la felicidad. 

domingo, 7 de junio de 2009

1 Cantar de los cantares, de Salomón.



1 Cantar de los cantares, de Salomón.

2 ¡Que me bese con besos de su boca!
Mejores son que el vino tus amores,
3 qué suave el olor de tus perfumes;
tu nombre es aroma penetrante,
por eso te aman las doncellas.
4 Llévame en pos de ti: ¡Corramos!
Méteme, rey mío, en tu alcoba,
disfrutemos juntos y gocemos,
alabemos tus amores más que el vino.
¡Con razón eres amado!